20 julio 2008
Sabor al compás
29 diciembre 2007
Bizco
11 noviembre 2007
Flashback
19 julio 2007
Más carita/introducción a un texto sin destino seguro
No cabía la menor duda. Apolonio Rodríguez era el joven más carita del barrio. A sus 30 años no había mujer que no pusiera sus ojos en él.
Valían la pena las ocho horas diarias de gimnasio que desde hace más de 15 años practicaba: un abdomen “de lavadero”, fuertes brazos que ninguna fémina resistía, piernas marcadas que podrían aguantar horas y horas de caminata, y unos glúteos que incontables vecinos catalogaban de postizo.
--Ese mi Apo, ¿a dónde tan solito?—preguntó María, una de las vecinas de la unidad habitacional donde vivía, quien todas las tardes se sentaba en una de las jardineras a fumar y ver la gente pasar.
María era conocida por sus provocativos atuendos. Esa tarde de primavera vestía una falda de mezclilla que llegaba a la mitad de sus muslos, una blusa amarrada al cuello con un pronunciado escote, y unas sandalias con un tacón tan grande que de alguna manera disimulaban su menuda estatura.
--Pues adonde siempre, güera. ¿No te cansas de preguntar diario lo mismo?—dijo Apolonio.
--No, carita. Nunca me cansaré de hacerlo, hasta que me dejes acompañarte.
--Güera, ya te dije que no. Ese es un lugar para hombres. No hay ni una vieja, y ve nomás cómo andas. Te van a faltar al respeto.
--Mejor piérdeme tú el respeto.—María se paró frente a Apolunio, pasando su dedo índice por los labios de él y acercándose a una distancia peligrosa.
--No, güera. Ahí te ves.
Apolonio dio la vuelta y se alejó sin más.
--Ya caerás, carita. Ya caerás.
12 julio 2007
Gol
19 junio 2007
Chisme
- ¿Y luego?
- Pues que llegan a la casa, oiga. Y que él la empieza a toquetear, oiga, ya sabe, así como que no quiere la cosa, pero como que sí quiere y como que uno que se hace así de la boca chiquita, oiga.
- ¿Y luego?
- Pues que ella nomás no se hizo del rogar, oiga, y que se pone flojita y cooperando. Y ya pa' qué le cuento, oiga.
- Híjoles.
- Sí, oiga. Y que le digo, 'mira', le digo, 'tú siempre con tus cosas, oyes', le digo. Y es que no hace caso, oiga. Se pone así, como fiera, cuando uno le dice las cosas y nomás no se puede, oiga. No se puede.
- No, pues no.
- -Y es que lo que pasa es que ella está necia con él, oiga. Si ya sabe que es casado y que lo que es su esposa se las huele, y pues no está bien, oiga. Yo ya le dije que no está bien, pero ella nomás no me hace caso.
- ¿Y qué hará?
- Ella no sé. Yo, tampoco.
- ¿Entonces?
- Pues ya le dije, 'oye', le dije, 'ya con tu domingo siete a ver como le haces, comadrita', le dije. Pero ahí seguirá, duro y dale, duro y dale con él.
- Ah, caray.
- Ni modos. Pos ni modos que aplique eso, lo que viene siendo el amarrárselo como pueda, oiga. Porque el hombre ni va a querer, la va a mandar a volar segurito, oiga.
- Como todos.
- Pues sí. ¿Cómo ve, oiga?
- No, pues'ta mal.
- Pues a ver qué.
- Pues sí.
- Bueno, pues ahí nos vemos.
06 junio 2007
Robo exprés
01 septiembre 2006
Adictos
y guardarlas para siempre.
De saber que, aún en nuestras soledades y ausencias, nos miramos.
Soundtrack: Love is no big truth--Kings of Convenience
29 julio 2006
Forbidden
tiene aeropuerto en mi galaxia"
Galaxia, Illya Kuryaki and The Valderramas.
Tócala. Suave. Despacio. Recorre con las yemas de tus dedos cada centímetro de su cuerpo. Descubre cada rincón. Detrás de la oreja. En el cuello. En las curvas de sus senos. El ombligo. Y hasta detrás de la rodilla. Huele. Registra ese olor único en tu mente. Luego lo recordarás. De eso nadie escapa. Deja que su perfume se confunda entre besos y caricias. Cada piel tiene infinitos secretos por desentrañar. Siente. Permite que esos delicados besos en tu torso exalten tus sentidos. Y agiten tu respiración. Escucha. El roce piel con piel. Su aliento en tu oído. Tu corazón palpitando. La música del placer. Saborea. Con mordiscos. Con el roce de los labios. Con tu lengua. Ese sabor a sal. A peligro. A prohibido. Porque lo sabes. Porque ahora lo admites. Porque ella no es tuya. Sólo hoy. Sólo este momento. Que quizá no se repita. Que puede ser olvidado. No por ti. Por ella. Disfruta. Porque ella llegará a casa. Y tú ya no estarás. Y ese cuerpo será de otro. De su otro. Y tú vacío. Y, ahora, tu mujer sola. En tu casa. Espera tu presencia. Luego llegarás. Recordarás este momento. Y querrás volver. Por el placer. Por el deseo. Por lo prohibido.